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Manilva, el tesoro escondido de la Costa del Sol: un tranquilo pueblo de pescadores famoso por su castillo del siglo XVIII

Entre vides y playas de arena fina, la Costa del Sol ‘esconde’ Manilva, un municipio donde relajarse y disfrutar es inevitable. Y es que, alejándose del lujo excesivo o las multitudes, existe una localidad en el litoral de Málaga que, además de por los restos de una fortaleza, resalta en el mapa por sus playas y chiringuitos. 

Estos ingredientes, entre otras bondades, han sido clave para que Grupo ABU ponga el ojo en esta localidad para uno de sus proyectos inmobiliarios y, por ello, hace unos meses la compañía lanzó Residencial en Manilva, un precioso balcón de cara al Mediterráneo.

El pueblo de pescadores de la Costa del Sol famoso por su castillo

Entre Marbella y Sotogrande (a solo 35 kilómetros de Gibraltar), el municipio de Manilva conserva las virtudes de un pueblo blanco andaluz que promete aire limpio y tranquilidad. Pero también lleva años construyendo una identidad turística que en 2024 incrementó la media anual de visitantes en un 18%.

Con más de 18.000 residentes, Manilva limita con la provincia de Cádiz, quedando a una hora y cuarto del centro de la ciudad de Picasso. Quizás esa sea una de las razones por la que es de los pueblos costeros menos frecuentados, donde reina la calma y la privacidad.

El término municipal está dividido entre Manilva, Sabinillas y El Castillo.

En primer lugar, Manilva. Se trata de un retiro de tranquilidad entre el Mediterráneo y la viña. Las colinas alomadas descienden desde el interior hacia el Mediterráneo, dibujando el casco urbano de Manilva, entre casas blancas y plazuelas. Pese al encanto de sus calles, si por algo es conocida la localidad es por su fortaleza: el castillo de la Duquesa, a unos pasos de la playa. Fue construido en una antigua villa romana en el siglo XVIII (año 1767) y está calificado de Bien de Interés Cultural. Además, acoge un pequeño museo arqueológico y, en la actualidad, se puede visitar gratuitamente.

Junto al castillo, existen otros enclaves que cuentan la historia de los manilveños. Hablamos de la torre Chullera, situada en la costa y que se remonta a los tiempos nazaríes, y el ingenio Chico, que conserva un pequeño acueducto. La iglesia parroquial de Santa Ana y Villa Matilde, construida por el hermano de Blas Infante, son otros de sus reclamos turísticos.

En segundo lugar, las playas de Manilva: ocho kilómetros de arena dorada y chiringuitos. A pocos minutos del centro, solo hay que ataviarse con una gorra de marinero para encajar en el entorno del puerto deportivo de La Duquesa. Bares, restaurantes, veleros y lanchas caracterizan este espacio, que se puede combinar con la oferta de clubes como La Duquesa Golf.

Si has echado el bañador en la mochila, después de hacer unos swings, solo hay que caminar un poco para tumbarse en la playa de la Duquesa. Es la más grande de todas (1.600 metros de extensión) e ideal para ir en familia. Eso sí, no es la única ni mucho menos. Porque los ocho kilómetros de litoral de Manilva dan para más de un chapuzón.

Entre las playas más populares se encuentra la de Punta Chullera, perfecta para bucear y pescar (es naturista); la de Sabinillas, con todo tipo de servicios y distinguida con una Bandera Azul (al igual que el puerto deportivo); la playa de El Castillo, entre chiringuitos y algunas zonas rocosas para investigar; y la playa de los Toros. Esta última roza con Cádiz y es probablemente la más salvaje, de paisaje asilvestrado y aguas profundas.

Del pescado espetado al vino Moscatel: los sabores de un tranquilo pueblo de la Costa del Sol

Otra de las sorpresas del municipio costero es el universo del vino que lo rodea. Y no porque sea algo novedoso ya que Manilva ha vivido tradicionalmente de la viña, destacando especialmente la variedad de uva Moscatel de Alejandría.

Hoy en día existen numerosas alternativas de enoturismo gracias a empresas como Nilva que, además de ser bodega, organiza catas, visitas y otras experiencias. De los viñedos nacen vinos maridables con pescados espetados y mariscos, algo que define la cocina local.

Junto a los frutos del mar están las recetas más típicas como los fideos con almejas, las papas guisadas con raya, y la sopa de tomate que incluye sardinitas y pan moreno.

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Fuente: El Mundo

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